En realidad la edad no se calcula en números. No soy viejo ni joven.
Soy producto de esos días y noches en los que conversé con amigos, con conocidos y desconocidos también.
Soy una acumulación de todo lo que comí; destacando a los postres, las tortas y lo dulce que tanto amo.
Soy el resultado de la energía que gasto y de la que recupero. De las corridas, caminadas
Soy la suma de los paisajes que vi. De la gente que vi. De los animales que vi. De las situaciones y de las cosas que viví
Soy efecto de la ayuda, de los consejos y del cariño que recibí y del que pude llegar a dar.
Soy la suma de tantas sonrisas y de alguna que otra cara triste también.
Soy la conclusión de lo que aprendí. Y de lo que escuché y cambié. Y de lo que no también.
Soy la solución de mi niñez, de mi infancia y de mi adolescencia.
Soy el fruto de todo lo que hice y lo que no. De todo lo bueno y lo malo.
Y, sinceramente, no tengo idea en cuanto tiempo entra eso. El que mejor edad tiene es el que aprovecha su vida, es el de las mil experiencias.
Soy lo que soy