lunes, 20 de agosto de 2018

Cosecharas tu siembra

Aunque la mayoría de las personas no se den cuenta todo el tiempo estamos negociando. La forma en la que manejamos nuestra comunicación e imagen es un factor clave y determinante a la hora de alcanzar nuestros objetivos en todos los ámbitos de la vida.

El mundo solo sabe de nosotros lo que comunicamos, consciente o inconscientemente. Es por esto que es de vital importancia aprender a administrar herramientas como la negociación de manera eficaz, para lograr el buen desarrollo de relaciones interpersonales.

Muchas personas aún no han tomado conciencia sobre esto. Particularmente sobre estos individuos haremos foco, desarrollando y analizando sus relaciones interpersonales y como afectan estas su desempeño e interacción con el contexto que los rodea.

Es muy paradójico como las personas tienden a culpar al resto del mundo de la mayoría de sus problemas, y no a realizar una autocrítica para ver si ellos fueron lo que tuvieron alguna falencia. Claro que generalmente es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que en el propio.   

Una de estas personas se llama Matías, tiene 25 años y trabaja desde hace 2 años en Cuentas a Pagar en una importante cadena de supermercados. Por desgracia  actualmente no está muy conforme en su trabajo, ya que siente que la empresa no lo ha valorado lo suficiente. Mientras muchos de sus compañeros de sector han sido ascendidos (incluso aquellos que llevan menos tiempo en la organización que él), Matías sigue en el mismo puesto desde que entro.

Claro que el cuestiona esta situación, dado que según su perspectiva, las personas que fueron ascendidas son unos “vagos”, que lo que menos hacían era trabajar, se la pasaban charlando entre sí o adulando al Supervisor, quien casualmente era el que elegía a los candidatos para posibles ascensos.

Matías sentía que todo esto era injusto, ya que él creía ser responsable: llegaba siempre a horario, cumplía con sus tareas en tiempo y forma. Era una persona inteligente con muy buenas competencias técnicas, según le había comentado alguna vez un integrante del Departamento de Recursos Humanos. 

Todo esto comenzó a generarle mala predisposición en el trabajo y así fue que no tardaron en llegar las quejas y reclamos en voz alta para quien quisiera escucharlo. No solo él estaba mal y tenso, sino que transmitía todo eso al resto de la gente que estaba a su alrededor, creando un ambiente de trabajo desagradable.

Esto derivo en que el resto de los empleados se quejara con el Supervisor por su constante mal humor. Él tuvo una charla con Matías acerca de lo que le venía sucediendo y le pregunto si alguna vez había considerado la mala imagen que estaba dejando al actuar así. Matías enmudeció, dado que jamás se había siquiera puesto a pensar como impactaban sus acciones en la opinión que los demás tenían de él.     

Matías era la típica persona que solo se limitaba a cumplir con sus tareas y a relacionarse poco y nada con sus compañeros de trabajo. A tal punto que por ejemplo había días en lo que llegaba a la oficina de mal humor y pegando un portazo. A veces ni saludaba a sus compañeros y si lo hacía era de forma arisca.

Ni se le ocurría pensar en la imagen desagradable que dejaba, claro que cuando había una fiesta o evento social concurrido no solía ser invitado.  Tiene su lógica ¿Quién iba a querer compartir un momento divertido, justamente con alguien que hacía todo para quedar como un antipático y amargo?

Matías se sintió atacado por el comentario del Supervisor y solo atino a contestarle con un grave y elevado tono de voz que él era una persona transparente, que se mostraba tal cual era y que no era su estilo “caretearla”.

Sin darse cuenta, el chico acababa de enterrar, literalmente, todas sus posibilidades de ascender en la empresa.

Obviamente el Supervisor no permitió que un subordinado suyo le hablara en un tono tan fuerte y lo termino despidiendo. Matías se quedó sin el empleo y continuo considerando que “el mundo estaba en su contra”.

Son casos como estos en los cuales las personas no entienden que los obstáculos para alcanzar sus objetivos están en sus cabezas y la culpa no la tiene el resto del mundo.
Personas como Matías, de bajo nivel de conciencia, carecen de competencias blandas como empatía, autodominio emocional y actuación, entre otras que hacen a un buen negociador. Se les hace imposible sincronizar con las personas para adaptarse a sus gustos y preferencias.

En este caso sería conveniente aplicar las reglas de Dale Carnegie para agradar a los demás:

- Interese sinceramente por los demás
- Sonría
- Recuerde que para toda persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier idioma
- Sea un buen oyente. Anime a los demás a que hablen de sí mismos
- Hable siempre de lo que interese a los demás
- Haga que la otra persona se sienta importante y hágalo sinceramente 

Nada más alejado de como Matías se comportaba y actuaba en su trabajo.

Era imposible que el lograra ascender, si se llevaba mal con su jefe, no sabe negociar y se la pasaba criticando a la empresa y compañeros de trabajo. Además de administrar muy mal su comunicación e imagen, no se había percatado de desarrollar sus relaciones interpersonales.

Podía ser muy inteligente para realizar sus tareas, pero claramente carecía de competencias sociales del buen negociador, probablemente el más importante requisito a la hora de ascender en una organización.

Es muy importante comprender que para recibir antes tenemos que dar. No podemos simplemente culpar al resto del mundo de nuestras propias falencias.  Este es una conducta muy común en las personas, siempre buscando factores externos que justifiquen sus embrollos internos.

¿Acaso no sería más fácil la vida, si no fuéramos tan exigentes con los demás? Llenándonos de expectativas que las personas que nos rodean deben cumplir y que a larga es muy probable no lo hagan, porque esas expectativas solo existen en nuestra mente. Pero claro en vez de hacernos cargo de eso, hacemos como Matías y decimos que “el mundo está en mi contra” o es que injusto. Cuando en realidad es todo al revés y quien está contra el mundo es el.

Para lograr mejorar su relación con los demás debería entre otras cosas estudiar y analizar detenidamente  al receptor, el clima reinante, aplicar reconocimiento y halago adecuado. Seguir protocolos y ajustarse a la cultura imperante en el ámbito en el que se encuentre, tratando de encontrar símbolos y lenguajes en común. Elegir lugares y momentos adecuados, evitar las críticas, utilizar el  buen humor, aplicar redundancia, entre muchas otras.

También debe tener muy en claro que la comunicación verbal, no es el único canal por donde uno expresa cosas, por ejemplo también lo puede hacer mediante meta mensajes que inconscientemente puede estar enviando. Por lo que debe tender a ser lo más consciente posible y prestarle mucha atención al resto de los componentes del arsenal comunicativo. 

El mundo solo percibe de nosotros la imagen que damos, por eso es tan importante cuidarla y saber manejar muy bien nuestra comunicación para construir ese PARECER ante los demás de la mejor manera posible.

No debemos pensar que por actuar a una manera distinta a la que realmente somos estaríamos siendo “falsos”  o menos “transparentes”, ya que esto solo nos llevara a limitar oportunidades y nos traerá nada más que problemas en todos los ámbitos de la vida.

Personas como Matías, deberían entender que el mundo no tiene la culpa de los problemas que puedan tener. Están buscando en el lugar equivocado, justamente lo que  deberían hacer es mirarse para adentro. Solo uno mismo es capaz de ver su propio SER, entonces analizarnos y conocernos internamente mejor puede ser un buen punto de partida para encaminarnos a alcanzar los objetivos que nos propongamos.

*Artículo publicado originalmente para la materia “Negociación Estratégica” del Posgrado de Especialización en Gestión y Dirección de PYME dictado en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).