domingo, 19 de noviembre de 2023

Hablando de la libertad

Desde este Cabildo que visité en mi infancia gracias a la escuela pública y gratuita, y cuando la vida ya me ha dado las canas de muchos de aquellos que forjaron, desde este vientre, el avance de la libertad contra el oprobio colonial, desde esta esquina de la plaza que vio más tarde la caída de las instituciones y la implantación de un régimen de terror, hago esta preocupada reflexión llamando a la cordura a muchos que parecen haber perdido la memoria. La democracia que recuperamos es preciosa, frágil y se apoya en los hombros de cada una y cada uno de nosotros. Ese nosotros que se levantó malherido delas ruinas en el '83 y le dijo a la cara al horror un resonante Nunca más. Mientras el capitalismo implosiona y crea en su seno un océano de parias, la democracia es traicionada y secuestrada por las elites del mundo, por su retorcida especulación y su astuta manipulación de la opinión pública. Estamos, si, cansados de no ver el mundo que anhelamos, uno en el que la igualdad de oportunidades y el derecho a una vida hermosa y justa se haga realidad. Pero salir corriendo hacia las fauces de la bestia que engendra la hecatombe no es la estrategia más inteligente ni el modo de alcanzar la utopía. La libertad ilimitada del mercado para hacer su capricho atropella la vida, cercena las oportunidades del que menos tiene, se come vorazmente las entrañas de la tierra. Hace cuarenta y siete años tuvieron que implantar su triste reino con balas, torturas y vuelos de la muerte. Hoy, a cuatro exactas décadas de haber creído terminada para siempre aquella pesadilla de plomo, la vemos asomar su repugnante cabeza en forma de promesas falsas, ideas a medio cocinar, falacias mal vestidas de tecnicismos y un aberrante negacionismo de las monstruosidades cometidas. Este es el momento en que la ciudadanía deberá mostrar su temple y su coraje, el material del que está hecha, la fibra de su altura moral o la caída estrepitosa al precipicio del individualismo autoritario. Defenderemos la democracia (y los derechos que ella garantiza) en las urnas. Si eso no alcanzase, la defenderemos en las plazas, en los foros, en las calles.

La poesía también saldrá a abrazarla.
La verdadera libertad no es la del dinero para esclavizar a las personas.
La verdadera libertad canta en la defensa de la dignidad del otro.
La verdadera libertad no retrocederá.

Autor original: Pedro Aznar, músico argentino. 

viernes, 3 de noviembre de 2023

Now And Then

Un día de finales de los setenta, John Lennon pulsó el botón de grabación de un radiocasete en su casa del Upper West Side y cantó una nueva canción en la que había estado trabajando, acompañándose al piano.

Durante décadas, su compañero en la composición de Los Beatles, Paul McCartney, anheló transformar esa maqueta en bruto en una colaboración pulida en estudio que pudiera servir como canción final de los Fab Four. Por fin, unos 45 años después, llegó la tecnología que liberaría la voz de Lennon de su trampa sónica de zumbido atmosférico y piano metálico, para que pudieran mezclarla a la perfección con las voces e instrumentos frescos de sus compañeros de banda supervivientes.

La canción nos llega por cortesía del mismo programa de software milagroso que el director Peter Jackson desplegó con asombroso efecto en The Beatles: Get Back. Para esa docuserie de aproximadamente 470 minutos, el equipo de ingenieros de Jackson consiguió aislar las conversaciones susurradas entre John, Paul, George y Ringo del fragor de sus sesiones de ensayo de 1969.

Hay una cierta belleza poética en cómo surgió “Now and Then”. La viuda de Lennon, Yoko Ono -a la que tantas veces y tan injustamente se ha culpado de la disolución de los Beatles- reunió al grupo en 1994, cuando le entregó las maquetas de su difunto marido. Con la ayuda del productor del momento, Jeff Lynne, convirtieron “Free as a Bird” en un conmovedor single para su proyecto Anthology de los 90, con un vídeo desgarrador, así como un tema de Lennon algo menos satisfactorio llamado “Real Love”.

Pero “Now and Then” parecía estar fuera de los límites, marginada por las limitaciones de la grabación original de Lennon. Había un zumbido en la cinta. La voz y el piano no podían separarse. George Harrison declaró que era “basura” antes de que se dieran por vencidos.

Así que la canción se quedó ahí, hasta que apareció el software de Jackson para extraer de forma prístina la voz de Lennon y separarla del zumbido. McCartney y Ringo Starr se pusieron manos a la obra y añadieron nuevas pistas de batería, bajo, guitarra y voz, así como una contribución al piano de McCartney, que se dice que coincide con la interpretación original de Lennon, y pistas de guitarra que Harrison, fallecido en 2001, grabó en 1995.

Ahora se publica con la bendición de los patrimonios de Lennon y Harrison. Lo que debería zanjar la cuestión de si tiene derecho a existir.

Autor original: Geoff Edgers para The Washington Post

La banda mas grande de la historia y su última canción